A cool novel about ninkyō dantai (with a big surprise).

11.4.06

8. No place is safe, only safer

El pavimento se desplaza a toda velocidad bajo las ruedas del auto. De Osaka, a mis espaldas, ahora sólo se distinguen sus líneas fundamentales y pronto éstas también se habrán fundido con el horizonte. Mi pie derecho está crispado, tensionado, al igual que todos mis músculos; es innecesario, el acelerador no irá más allá, pero a mi cuerpo parece no importarle. Querría detener el auto a un costado de la autopista, bajarme, caminar, relajarme, pero es preferible seguir.

En silencio, a mi lado, mi nueva compañera me da la razón. Estamos unidos de una manera tan fundamental que no necesitamos la mediación de palabras ni de gestos. Una mariposa se estrella contra el parabrisas y lo decora sutilmente con tonos de amarillo. Su vida fue efímera y su obra, víctima del acompasado ir y venir de las escobillas, lo es aun más. Pero, ¿cuánto hace que la encontré, bañada en sangre, en el penthouse del Anciano, y la tomé para mí? Lo que vive una mariposa en el sueño de una araña.

Dejé que la autopista se transforme en una angosta carretera. Hace horas que no se ven vehículos, y sin embargo, sé que vienen atrás. No sé hacia dónde voy, pero puedo contar con que no tardarán en estar ahí cuando llegue. Bien visto, no soy más que una pulga en un certero perro de caza.

Inundan mi mente imágenes que querría olvidar, imágenes del horrible Anciano y su habitación tapizada en sangre. Ahora me doy cuenta de que si no la hubiera tenido conmigo, no lo habría soportado. Sé que con su silencio humilde acepta mi reconocimiento. Ambos sabemos también que, presumiblemente, pronto tendremos que enfrentar (e inevitablemente matar) a su viejo compañero, aquel que cobardemente la dejó atrás en lo del Anciano. No le será fácil, pero sabe que mi mano será su firme sostén en el instante final.

Por un momento salgo del trance en que me hunde el vértigo y noto que las largas sombras de los árboles están por alcanzarnos. Pronto va a ser de noche. Vuelvo mi cabeza hacia la izquierda y me detengo a mirarla. Sus formas son casi perfectas; es fina y equilibrada. El desgaste producto de una vida sin duda difícil le ha dado una apariencia de debilidad que la hace ver inofensiva y es tal vez este detalle traicionero el que la convierte en una perfecta máquina de matar. Mi mirada se pierde en ese cuerpo negro manchado de sangre que oculta un alma que se presiente de frío acero. Se deja mirar en silencio, con indiferencia, ajena al peligro que intuyo en el erizarse involuntario de los cabellos de mi nuca. Rápidamente vuelvo la mirada al camino...

Sólo atino a volantear, violentamente, y pierdo el control por la alta velocidad.

Mientras el auto avanza descontrolado, girando como un trompo sobre sí mismo, siento calcada en mi retina la imagen del perro blanco que sentado en el camino nos enfrentaba. Sus ojos, de una crueldad infinita, amarillos como la humedad que lentamente tiñe el mármol, inconfundiblemente muertos, me miraban sin pestañar y se clavaban en el rincón más indefenso de mi alma. Imposible no reconocer esos ojos terribles.

Afortunadamente dejamos de dar vueltas cuando salimos de la ruta pero, a cambio, empezamos a alejarnos, a los tumbos, barranca abajo. No necesito engañar a nadie diciendo que fue mi pericia la que evitó que nos incrustáramos contra un árbol, pero creo que al menos logré detener nuestra marcha donde un camino de tierra atravesaba la cuesta. Me tomé un minuto para recuperar el aliento y arranqué nuevamente; todo camino es un camino.

Estoy obligado a avanzar lentamente. El camino serpentea colina abajo y nos rodea un bosque que se ve cerrado. La luz es cada vez menor. A mi derecha a unos cien metros creo reconocer la forma de un pequeño templo y adelante, siguiendo el camino, se divisan las luces de un poblado rural ubicado, tal vez, en el centro del valle. Ya había decidido entrar al pueblo cuando un fugaz destello en uno de los espejos llama mi atención. Detengo la marcha. Mal escondido, entre unos arbustos, puedo ver la cola de un convertible negro. Contengo la respiración. Es un Mitsubishi Eclipse y puedo ver claramente que lleva la marca de la Organización. Apago el motor. Los fugitivos están juntos y se encuentran refugiados en el templo; lo presiento.

La tomo con mi mano izquierda y salgo del auto. Deseo observarla una vez más, aprovechando los últimos rayos de sol. La desnudo lentamente y la acaricio con cuidado; descubro con mis dedos una muesca reciente en el filo. Sólo un necio no vería en ella la belleza de la mujer madura que ya ha probado ser mujer. La envaino con decoro.

A lo lejos por el camino, veo las luces de los autos de la Organización que se acercan. Pronto estarán aquí. También me parece divisar unas lejanas antorchas, como luciérnagas, que se acercan por el bosque, por ambos lados de la colina. Me dirijo rápidamente hacia el templo. Debo apurarme si deseo terminar mi encargo a tiempo para no cruzarme con los que vengan después.

If the house is a-rocking...
Testsuo encuentra a los dos fugitivos en el templo pero descubre que Kazumi no se fue con las manos vacías del penthouse del Anciano. El horror se encuentra a ambos lados de la puerta.
"Desopilante comedia de enredos!"
Tetsuo es descubierto en actitud sospechosa con su "nueva compañera" por Kazumi, que resulta ser su esposa, aunque ésta debe explicar por qué se encuentra en paños menores en compañía de quien fuera el mejor amigo de Testsuo cuando éste estudiaba en la Academia de Policía.
 
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