A cool novel about ninkyō dantai (with a big surprise).

20.2.06

1. Un viernes

Osaka, una vez más. Aquí empezó todo. Hace, ya, veinte años.

¿Qué hago aquí? Soy sólo uno de un ejército de cruzados casi sin causa, carne de cañón. La clase de personaje anónimo que James Bond mata por docena en la más censurada de sus películas. Sin transpirar siquiera, y sin que a nadie le importe demasiado. Pero esto no es una película. Estamos aquí. No sé por qué te cuento estas cosas.

Soy miembro de la ONG más poderosa de Japón, del mundo. No, no somos GreenPeace, piensa de nuevo.

Sin embargo soy parte de algo grande, más grande que un cartel de la droga colombiana o de Wall Street.

Me hago pasar por un alto ejecutivo de una firma de cosméticos, al igual que media docena de mis pares. No lo soy, soy una rata, uno más. Otros tantos van de asesores, chupamedias, la fauna que se encuentra en cualquier reunión más o menos importante de negocios hoy en día. A quién le importa.

No creo en las hadas. Momento. La veo. El objetivo principal. Rubia, occidental, hermosa. Creo que si fuera otro debería sentir algo por ella, pero no lo soy. Ya no siento nada. Sólo quiero cumplir mi tarea, una vez más, y volver a mi refugio, un sucio apartamento en las afueras. Es todo lo que tengo.

Parece inofensiva. No me lo creo. No es el tipo de objetivo que estamos acostumbrados a tener. Siempre lo peor. Miro a los otros, ni una muestra de consciencia, de pensamiento.

Me desvío por el segundo pasillo a la derecha. Mi objetivo está en la siguiente habitación. Un gran espacio blanco, vacio, con un guardia gordo, dejado, sentado solo en una silla. Atravieso su estómago con el sable corto que llevaba oculto en el maletín. Sí, estudié medicina, un futuro que no fue, sé por dónde penetrar.

Veo la sangre brotar, formar un charco en el suelo impoluto. Veo el dolor y el miedo en sus ojos. La certeza de su muerte, y el deseo de que sea pronto.

No lo será. Me aseguré de ello.

Me siento vivo.

Será una muerte lenta, muy dolorosa. Al menos tres horas. Tengo tiempo. Me siento en su silla y lo observo.

Hace que me sienta joven otra vez. Como hace veinte años, cuando comenzó para mí.

Resuelvo el sudoku de su diario. Tardo quince minutos.

Me aburro.

Intenté engañarme, y no lo conseguí. No, no es como antes. Sólo es rutina. Uno más. Me preguntaste si llevo una lista, no. Alguna vez me pareció hasta didáctico. Ahora sé que una muerte menos no achicará mi infierno.

Infierno. No sé qué significa. No estoy seguro.

Despierto de mis cavilaciones. Termino su dolor. Corto su cuello y un trozo de él viola la blancura del muro.

Me voy.

Dejo la habitación. Blanca. Aséptica. Con una sola mancha, orgánica, repugnante, un destello de cordura.

Camino a casa. En la calle veo a Chihiro, un adolescente imberbe y drogadicto. Otra vez «de viaje».

A veces lo envidio.

Quisiera salir de todo esto, terminar con esta locura. No puedo creer que nadie haya sacado la basura. Mañana me las veré con el consorcio. Seguro. Lo disfruto más cuando no es trabajo.

Nuestro próximo capítulo es:

    "Memorias de una geisha"
    Se quita la ropa y es una geisha lesbiana y sadomasoquista que odia las feministas paranoides y es parte de la mafia para demostrarse que no está enamorada del jefe de los yakuzas.
    "Pull my finger"
    Nuestro personaje se hizo parte de la mafia por culpa de una uña encarnada.

1 comentario:

jcpetruzza dijo...

malditos, yo tambien quiero ser un contribuyente!

(supongo que me toca despues de rula...)

 
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