A cool novel about ninkyō dantai (with a big surprise).

24.2.06

3. El extranjero misterioso

Camino como un espectro por las calles polvorientas de una ciudad envilecida. Nadie me nota. Una mujer revuelve en la basura, buscando los restos olvidados de alguna cena ajena. De la cintura para abajo solo arrastra dos muñones cubiertos con harapos, y luce sin orgullo una vieja cicatriz en la cara, de la frente al mentón, empañándole el ojo izquierdo. Conozco la hoja que la marcó. Hoy, solamente ella y yo sabemos que en algún momento de su vida debe haber sido hermosa. Ella intenta no recordarlo. Yo, en cambio, le doy una moneda. No me lo agradece.

La lluvia gris y sucia me azota la cara, resbalando por mi frente y mi impermeable, como lágrimas de azufre. Me gusta. Tal vez el cielo llora por nosotros, los condenados.

Entro a un bar. Tras un denso velo de humo ocre los comensales mastican sushi sobre mujeres desnudas. Sus ojos vidriosos de mezcalina miran el techo. Un obeso de pelo grasiento deja de jugar con el “mobiliario” y me sonríe con dientes de oro. Respondo su gentileza con un leve movimiento de cabeza. Pensar que antes de golpear chicas y vender las cloacas de sus putas era un luchador de Sumo famoso. La vida es así: un día eres el plato principal y al siguiente ya te has convertido en mierda.

Una risa desencajada rompe con la monotonía del ambiente. Entonces lo veo. Camisa floreada, pantalones cortos, portándose como si su tío Samuel fuera el Puto Rey del Universo. Tal vez lo sea. Un culatazo en la nariz es suficiente para convencerlo de que en realidad prefiere venir conmigo. Sus guardaespaldas se quedan cuidando mi plomo, dentro del cerebelo. Me gusta saber dónde dejo las cosas.

Atado a la silla, con la nariz rota chorreando sangre hasta su pecho, no me parece tan seguro de si mismo. Le quito la mordaza y le hago una pregunta.

Me escupe.

Respuesta incorrecta.

Juego al dentista con una pinza oxidada. No tengo mucho talento, pero después de romper algunos por la mitad consigo sacar uno entero, de raíz. Se lo muestro como un trofeo mientras todavía grita como un diablo. Casi se atraganta con su propio vómito. Lo ayudo a que no se ahogue y le hago notar que todavía quedan muchos. Vuelvo a preguntar.

Respira con dificultad, pero ahora parece más dispuesto a cooperar. Con un par de extracciones más, me cuenta lo que necesito saber: dónde será el encuentro (el real, no la pantomima para despistar a los idiotas), los invitados, las disputas, los territorios, todo.

Obtengo lo que necesito, me preparo para una muerte limpia (ya son pasadas las tres y mi estómago ruge de hambre). Entonces, ríe con fuerza. No está asustado, no de morir. Conozco el miedo a la muerte.

Me propone un trato. Dice que el anciano guarda algo de valor, algo por lo que vale la pena morir, peor aún, algo por lo que vale la pena vivir. Me cuenta lo que es y no le creo. Me cuesta hacerlo, pero es temor a la ilusión, a la esperanza, porque en el fondo cada fibra de mi ser sabe que es cierto. No me atrevo a escribirlo aquí, me dirán que estoy loco. Pero la idea se fija en mi mente como una serpiente de fuego.

Le corto la carótida con mi wakisashi, un roce rápido como la caricia del aleteo de una paloma. Muere casi de inmediato. Si no miente y tengo éxito, entonces me perdonará por haberlo matado ahora. No tendrá importancia. Volveré y le pagaré la deuda.

Voy camino a la reunión, pensando en todos los que hoy morirán. Salgo a la calle y el cielo sigue llorando gotas de plata sobre mi piloto negro. La muerte, el momento más importante de sus vidas. Llega en un instante, sin que lo esperes.

Y eso es todo.

Los envidio. Al menos ellos pueden escapar de toda esta basura…

En el próximo episodio:

"Té de cardamomo"

: nuestro yakuza sufre un flashback a su lejana infancia en el orfelinato.

"Oye vecinillo, ¿puedo masticar tu orejilla?"

: a medida que el body-count se eleva, el infierno rebalsa. Y todos sabemos lo que ocurre entonces...

21.2.06

2. Pull my finger

Una uña encarnada. Algo tan simple como eso determinó que, hace 20 años, me convirtiera en un yakuza. ¡Una uña encarnada!

Antes que eso, la vida como policía había sido bastante mala. Nunca tuve buen temperamento. "Reptil", me llamaban mis compañeros, creo que por mi habitual apatía, ocasionalmente alterada por exabruptos de violencia que nunca pude controlar. No tardé mucho en convertirme en un policía corrupto.

Un lío de drogas, en eso había caído. Tenía que presionar a unos dealers que no estaban haciendo sus "aportes" a los muchachos del Precinto. Pero ese día estaba de un humor terrible... por culpa de la maldita uña encarnada. Estábamos en la sala de interrogatorios. Uno de los tipos dijo algo que no me gustó, no recuerdo qué. Me dolía la cabeza. Miré a la cara al tipo, un imbécil grasiento con una sonrisa socarrona, los labios húmedos de saliva. La uña encarnada me latía. "Qué diablos", pensé, saqué mi arma y le volé la cabeza. Pedacitos de cerebro por toda la habitación. Rematé a los otros casi sin pensarlo, automáticamente, y huí.

Fin de mi carrera. El problema no era tanto el exceso de violencia, sino que había arruinado un negocio bastante bueno para las autoridades policiales locales y los había implicado directamente. Esta vez la había cagado. La única forma de evitar la ira de la policía era buscar la protección de la yakuza. No cualquier yakuza, sino la yakuza. La más importante de Japón. Y me aceptaron; buenos antecedentes no me faltaban.

Eso fue hace 20 años.

Ahora soy un yakuza, y ya estoy harto. No hay salida de esta vida. Nada tiene sentido. Excepto...

Excepto que mañana comienza la reunión anual interclanes. Todos los clanes de yakuza se juntan para redibujar territorios, acordar pactos, terminar rencillas y en algunos casos -- algo sangrientos -- "renovar" miembros de la plana mayor. Y esta vez el líder máximo va a estar presente. El Anciano, lo llaman con reverencia. Casi nadie lo ha visto. Sólo el Círculo Interno tiene acceso a él.

Se cuentan muchas historias sobre el Anciano. Yo no creo que sean ciertas. Tendría que tener más de 200 años. Creo que a algunos jefes sencillamente se les frió el cerebro, y se inventaron su propia religión.

Meros guardaespaldas y asesinos como yo no tienen esperanza de verlo, normalmente. Pero estoy harto de esta farsa y no me importan los riesgos. Hago mi propia suerte. Sólo quiero ver al Anciano, mirarlo a los ojos. Tal vez entonces encuentre un sentido a mi vida. No tengo un plan; no sé como sigue. Voy a improvisar.

Pero voy a ir armado.

No puedo dormir. Afuera, Chihiro hace ruidos molestos. Ya debe haber terminado su "viaje". Lo molería a golpes, pero en el fondo le tengo algo de cariño.

Mañana es el día.

En el próximo episodio:

  • "El extranjero misterioso": un extranjero (no oriental) se alía con el yakuza y le hace una curiosa propuesta.
  • "Plots within plots within plots": mientras se prepara la reunión interclanes, la policía se prepara para saldar cuentas con la Yakuza -- los arrestos son opcionales. Pero una tercera fuerza también está haciendo planes...

20.2.06

1. Un viernes

Osaka, una vez más. Aquí empezó todo. Hace, ya, veinte años.

¿Qué hago aquí? Soy sólo uno de un ejército de cruzados casi sin causa, carne de cañón. La clase de personaje anónimo que James Bond mata por docena en la más censurada de sus películas. Sin transpirar siquiera, y sin que a nadie le importe demasiado. Pero esto no es una película. Estamos aquí. No sé por qué te cuento estas cosas.

Soy miembro de la ONG más poderosa de Japón, del mundo. No, no somos GreenPeace, piensa de nuevo.

Sin embargo soy parte de algo grande, más grande que un cartel de la droga colombiana o de Wall Street.

Me hago pasar por un alto ejecutivo de una firma de cosméticos, al igual que media docena de mis pares. No lo soy, soy una rata, uno más. Otros tantos van de asesores, chupamedias, la fauna que se encuentra en cualquier reunión más o menos importante de negocios hoy en día. A quién le importa.

No creo en las hadas. Momento. La veo. El objetivo principal. Rubia, occidental, hermosa. Creo que si fuera otro debería sentir algo por ella, pero no lo soy. Ya no siento nada. Sólo quiero cumplir mi tarea, una vez más, y volver a mi refugio, un sucio apartamento en las afueras. Es todo lo que tengo.

Parece inofensiva. No me lo creo. No es el tipo de objetivo que estamos acostumbrados a tener. Siempre lo peor. Miro a los otros, ni una muestra de consciencia, de pensamiento.

Me desvío por el segundo pasillo a la derecha. Mi objetivo está en la siguiente habitación. Un gran espacio blanco, vacio, con un guardia gordo, dejado, sentado solo en una silla. Atravieso su estómago con el sable corto que llevaba oculto en el maletín. Sí, estudié medicina, un futuro que no fue, sé por dónde penetrar.

Veo la sangre brotar, formar un charco en el suelo impoluto. Veo el dolor y el miedo en sus ojos. La certeza de su muerte, y el deseo de que sea pronto.

No lo será. Me aseguré de ello.

Me siento vivo.

Será una muerte lenta, muy dolorosa. Al menos tres horas. Tengo tiempo. Me siento en su silla y lo observo.

Hace que me sienta joven otra vez. Como hace veinte años, cuando comenzó para mí.

Resuelvo el sudoku de su diario. Tardo quince minutos.

Me aburro.

Intenté engañarme, y no lo conseguí. No, no es como antes. Sólo es rutina. Uno más. Me preguntaste si llevo una lista, no. Alguna vez me pareció hasta didáctico. Ahora sé que una muerte menos no achicará mi infierno.

Infierno. No sé qué significa. No estoy seguro.

Despierto de mis cavilaciones. Termino su dolor. Corto su cuello y un trozo de él viola la blancura del muro.

Me voy.

Dejo la habitación. Blanca. Aséptica. Con una sola mancha, orgánica, repugnante, un destello de cordura.

Camino a casa. En la calle veo a Chihiro, un adolescente imberbe y drogadicto. Otra vez «de viaje».

A veces lo envidio.

Quisiera salir de todo esto, terminar con esta locura. No puedo creer que nadie haya sacado la basura. Mañana me las veré con el consorcio. Seguro. Lo disfruto más cuando no es trabajo.

Nuestro próximo capítulo es:

    "Memorias de una geisha"
    Se quita la ropa y es una geisha lesbiana y sadomasoquista que odia las feministas paranoides y es parte de la mafia para demostrarse que no está enamorada del jefe de los yakuzas.
    "Pull my finger"
    Nuestro personaje se hizo parte de la mafia por culpa de una uña encarnada.
 
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